Ética y acciones para un cambio cultural en las
organizaciones públicas por medio de la implementación de los valores.
Abordar la ética es de gran relevancia pues se constituye como un
pilar en la acción de los servidores públicos, la transparencia, la rendición
de cuenta y el cumplimiento de las demandas sociales. “Un gobierno que basa su relación con los ciudadanos en la falsedad,
construye una relación frágil y endeble”
Sin valores definidos se generan malos manejos como se vio en
estados unidos con la renuncia de Richard Nixon; es menester de cualquier
gobierno el reforzar los códigos de ética y medidas anticorrupción.
La corrupción inmersa no solo en el sector público, sino en la esfera
privada es un flagelo que daña a la sociedad y a su desarrollo, y de ahí deriva
la importancia a frenarla en toda la amplitud que ello conlleva.
No es suficiente con proponer códigos de conducta y valores, como
Peter Singer nos expone “No es un sistema teórico ideal sin validez práctica”
la honradez, la prudencia, la preocupación por los demás. La ética debe tener
un elemento subjetivo, fundado en la razón, requiere pues de un punto de vista
universal.
Cuando se lleva a cabo una acción es evidente asumir la
responsabilidad que desencadenara la misma, pues atañe a la sociedad al
tratarse de la gestión pública.
Se necesita hacer un trabajo titánico, pues el cambio cultural
organizacional no es inmediato, por el contrario, requiere tiempo, esfuerzo y
dedicación.
Ejemplos plausibles son movimientos como la “ley tres de tres” que implica dejar atrás la figura del servidor
anónimo.
Se debe vigilar con lupa el quehacer de las organizaciones públicas;
incluir programas dentro de los planes de gobierno, establecer un área para el
fomento y vigilancia de la ética, asignar expertos dedicados a esta tarea,
adecuar la norma jurídica incorporando una Ley Ética, así como un marco que
norme la conducta de sus miembros mediante los Códigos de Ética. [1]
El hecho de que existan gobernantes carentes de valores genera el
incumplimiento de objetivos en los programas de gobierno. A su vez, la
desviación de recursos para servicios básicos generan pobreza, desempleo,
enfermedad, hambre, injusticia y, en ocasiones, muerte, lo que se traduce en
distintas formas de sufrimiento humano. Estos sufrimientos se perpetúan e incluso
se incrementan. La existencia de tanto dolor y desesperanza en algunas
sociedades demuestra la impotencia e incapacidad de los gobernantes para
resolver las demandas ciudadanas así como una gran ausencia de valores.
El criterio ético en política y en los asuntos de gobierno responde
a una filosofía, a una manera de resolver conflictos y ofrecer resultados con
equidad y justicia al satisfacer la pluralidad de intereses contribuyendo al
bien social, es decir, sin perder de vista el objetivo de servir a los
ciudadanos. Las instituciones públicas funcionan bajo un marco de valores y
principios que permite orientar y potenciar las capacidades de sus miembros,
por lo tanto, requieren personas con un perfil definido.
[1] Diego Bautista, Ó. Los códigos
éticos… Op. cit., p. 137.